¿Qué te parece estar caminando por la ciudad y, al dar la vuelta a la esquina, encontrarte con los ojos de la Mona Lisa? Los murales y los grafitis, agazapados¹ en cualquier calle, aparecen de repente para sorprendernos y hacernos sonreír o invitarnos a reflexionar. Pintar o dejar mensajes en las paredes de los espacios urbanos no es algo nuevo -hay vestigios² de esas prácticas desde el Imperio Romano-, pero es entre los años 70 y 80 cuando los grafitis comienzan a tener un mayor impacto en nuestras ciudades. Desde entonces, los diseños de los artistas urbanos han contribuido a transformar la fisonomía³ de los entornos por los que transitamos habitualmente. Algunas veces los grafitis y los murales son efectivos recursos para la protesta social, y otras veces ayudan a dar una nueva vida a edificios o rincones abandonados. En España algunas de las muestras más recientes del arte urbano las podemos encontrar en Ciudad Real, donde el proyecto Titanes ha ayudado a mirar con otros ojos algunos viejos silos⁴, o en Madrid, cuya ruta de arte callejero es lo más parecido a visitar un museo al aire libre.  

¹ Escondidos.
² Huellas. indicios.
³ Aspecto.
⁴ Almacén de semillas.

[Desde B1]