Uno de los grandes retos de la educación del siglo XXI es incrementar¹ el interés por la lectura entre niños y jóvenes en un contexto en el que las redes sociales o los videojuegos acaparan² en gran medida su atención como recursos de aprendizaje y entretenimiento. Sin embargo, un relato de ficción o un poema han sido considerados desde la Antigüedad fuentes de conocimiento, enseñanza y disfrute para esas edades.

Acompañar a los personajes en sus peripecias³ por territorios inexplorados, observar cómo funcionan las relaciones sociales, contemplar imágenes asombrosas y sentir una amplia variedad de emociones, tienen un especial significado en la lectura: cada persona vive esa experiencia de manera distinta, porque las palabras, con o sin ilustraciones⁴, se transforman en mundos absolutamente únicos e irrepetibles.

Ya sea en un libro impreso o en un medio digital; en voz alta o en silencio; en soledad o en grupo, leer no debería ser solo una actividad académica, como ocurre en muchas ocasiones, sino una sana costumbre que fortalece la imaginación y el espíritu crítico, y desarrolla la capacidad de niños y jóvenes para expresarse con destreza y libertad sobre lo que ven, lo que viven y lo que sienten. Quizás es solo cuestión de acompañarlos a la extraordinaria biblioteca que la humanidad nos está legando⁵ generación tras generación y permitirles que ellos también dejen allí sus libros favoritos.

¹Incrementar: aumentar

²Acaparar: obtener una cosa en gran parte o del todo

³Peripecias: cambios de situación

⁴Ilustración: dibujo que adorna o aclara el contenido de un texto

⁵legar: dejar una persona algo a otra para cuando la primera ya no esté; transmitir ideas

[Desde B1]